lunes, 4 de mayo de 2009

Consejos para la seguridad personal en la calle

A causa de que el crimen callejero se ha vuelto más bien una realidad y no se ha quedado como mero slogan político, cada vez más y más revistas femeninas están sacando excelentes artículos sobre cómo pueden las mujeres mantenerse en perfecta seguridad. Nadie quiere que las damas se pasen todo el tiempo en espera de un delincuente que las ataque y ciertamente, menos aún, se desea que se pasen todo el día en estado de tensión nerviosa. Es posible minimizar la exposición al peligro sin necesidad de adoptar una actitud paranoica. Casi todos los estudiosos de la conducta humana convienen en que, probablemente, no hay en realidad lo que se llama una víctima inocente. Si buscamos dificultades, las hallamos.

La anticipación y ansiedad excesivas pueden confundirse con excitación, y por otra parte, una ingenuidad igualmente exagerada puede ser un descuido. Hay que empeñarnos en volvernos conscientes de nuestra responsabilidad ante nosotros mismos, conscientes de nuestra propia seguridad. Escojamos el término medio entre un furioso puerco espín y una tímida tortuga.

Algunos consejos específicos

1. Cuando caminemos por la calle de noche, es prudente hacerlo por el medio del arroyo o por los sitios más alumbrados; evitemos las sombras.

2. No exhibamos el dinero, mantengamos el bolso pegado al cuerpo.

3. Si el asalto parece inminente, el buzón postal más cercano se convierte en un depósito de seguridad (tomar nota, empero, de la hora del depósito y de la ubicación del buzón).

4. Estacionemos nuestro automóvil en lugares abiertos e iluminados. Revisemos el asiento trasero antes de entrar en el vehículo y, al hacerlo, pongamos el seguro a todas las portezuelas.

5. Cuando conduzcamos, mantengámonos alerta, con el pie puesto sobre el acelerador aun en los altos; si nos persiguen con otro automóvil, pasémonos la luz roja y dirijámonos a un sitio abierto y toquemos estruendosamente la bocina hasta que recibamos ayuda.

6. Si vamos caminando y nos siguen, cambiemos de dirección, crucemos la calle y tratemos de coger un taxi. (Este último punto es un tanto inoperante en la Ciudad de México.) Incluso podemos dirigirnos a la casa más próxima y pedir ayuda.

7. Evitemos aquellos ascensores que lleven solamente a un pasajero solitario y sospechoso, y en todo caso, coloquémonos cerca del panel de los instrumentos con que se manejan y no al fondo.

8. Si asistimos al cine solas, hay que sentarnos en una butaca junto al pasillo o cerca de una familia. Si se nos molesta, cambiemos rápidamente de sitio. 9. Si conducimos de noche con mucha frecuencia, cerremos perfectamente las portezuelas y no demos "aventones" a nadie. En las zonas conocidas por su alta criminalidad, usemos un sombrero masculino o alguna otra prenda que nos identifique como una persona de ese sexo.

10. Si nuestro automóvil sufre algún desperfecto y nos vemos forzadas a irnos con un extraño en busca de un mecánico, escribamos el número de sus placas y el modelo del automóvil en un papel, anotando nuestro nombre y hora de partida, y dejémoslo sobre el asiento, a plena vista.

11. Cuando esperemos un autobús nocturno, hagámoslo en el sitio más iluminado, de ser posible junto a la puerta de una caseta telefónica.

12. Si estamos en peligro, usemos el teléfono de la policía. (En México no existe.)

13. Mostrémonos desconfiadas y alerta (no aterrorizadas). La sorpresa es la mejor arma de un asaltante en potencia.

14. Si caminamos de noche por una zona conocida por su delincuencia, llevemos con nosotros un bote de "spray" para el cabello y un silbato de policía, todo ello en un lugar rápidamente accesible del bolso de mano. El mencionado cosmético es un cegador efectivo; los silba tazos repetidos usual-mente atraen a la gente.

15. Finalmente, si nos acorralan y necesitamos ayuda inmediata, gritemos con todas nuestras fuerzas ¡Fuego! (No "auxilio" ni "socorro"). La gente responderá invariablemente a este grito de alarma. La voz constituye nuestra arma defensiva más poderosa.

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